La pizarra es una roca que se originó a partir de sedimentos arcillosos, generalmente sílico-aluminosos; compuesta de minerales arcillosos, serecita, itita, clorita, moscovita sedimentaria, feldespato, calcita, pirita y sustancias carbonosas. Su coloración natural depende de las variables de composición, pudiendo ser desde gris oscuro o azulado hasta negro. Ciertamente, no hace falta mucho esfuerzo para la justificación estética de la pizarra; su funcionalidad está fuera de cualquier duda, avalada por su amplia utilización en el tiempo (como las colocadas en los castillos de Europa desde hace más de 500 años).

Se fabrican en diferentes formatos y medidas que se adecuan según el tipo de cubierta a realizar, generalmente cuanto más grande es el techo o menor es su inclinación, se recomienda utilizar las pizarras de mayor tamaño. Cuanto más inclinado está el techo, se utilizan pizarras de menor tamaño 

Las estructuras donde colocar las pizarras no varían en sobremanera a la de cualquier otro techo de tejas. La diferencia radica en que los listones van separados a menor distancia unos de otros. En algunos casos, se suele utilizar un doble entablado (macizo o laminado). 

Asimismo, no hay inconvenientes en montarlas sobre losas inclinadas de hormigón.  La fijación de la pizarra puede realizarse de dos formas: por medio de clavos de cobre o con ganchos de acero inoxidable, siendo este último el más rápido y más seguro, ya que no hay que perforar la pizarra y la misma queda sujeta desde abajo.